En BIMrras INSIDERS nos topamos esta semana con una historia tan real que casi duele: un equipo que, en su afán por “hacerlo bien”, terminó sepultado bajo 200.000 documentos perfectamente ordenados… y absolutamente inservibles.
Entre nomenclaturas imposibles, versiones infinitas y excels que pesaban más que el propio modelo, descubrieron que la eficiencia no está en generar más, sino en entender mejor.
La solución no fue un nuevo software ni una guía de naming: fue el botón eliminar.
Una lección simple, casi revolucionaria, sobre cómo volver al propósito original del BIM: construir, no archivar.
